Capacitación profesional – Su importancia



¿Para qué me capacito?

Al fin de cuentas me pagan lo que quieren…

Autor colaborador:

CPC y MI Juan Gabriel Muñoz López

:arrow: contaofiscal.blogspot.mx

Estimados lectores

El título de mi artículo es el paradigma al que nos enfrentamos día con día en la vida profesional y laboral, lo lamentable del asunto es que aún y cuando es un derecho que tiene la persona que está sujeta a una relación laborar subordinada, en la vida práctica es muy difícil llevarla a cabo por múltiples motivos, la mayoría de ellos, infundados, mal entendidos o por desconocimiento.

¿A que me refiero con el derecho que tiene un trabajador a la capacitación?, pues bien; la norma aplicable a la materia y que regula las relaciones obrero – patronales es el artículo 153-A y 153-B del capítulo III bis regula la manera en que debe llevarse a cabo dicha capacitación, para tal efecto se transcribe a continuación:

Artículo 153-A.- Todo trabajador tiene el derecho a que su patrón le proporcione capacitación o adiestramiento  en su trabajo que le permita elevar su nivel de vida y productividad, conforme a los planes y programas formulados, de común acuerdo, por el patrón y el sindicato o sus trabajadores y aprobados por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.

¿Cuántas veces se aplica ésto a la vida real?, muy pocas, el común denominador en las respuestas al tema son las siguientes:

  • ¿Para que los capacito? al final se irán con la competencia…
  • ¡Ay, el patrón me quiere mandar a capacitación y yo no quiero!…
  • No, no tienen tiempo para capacitarse, apenas pueden sacar el trabajo.
  • No hay recurso para capacitar, etc.

Que lamentable situación y motivo de reflexión, si analizamos el siguiente artículo podemos comprender que las excusas anteriores son únicamente paradigmas mentales que entorpecen el crecimiento de personas y organizaciones. Para echar abajo éstos paradigmas, transcribo la norma siguiente:

Artículo 153-B.-  Para dar cumplimiento a la obligación que, conforme al artículo anterior les corresponde, los patrones podrán convenir con los trabajadores en que la capacitación o adiestramiento, se proporcione a éstos dentro de la misma empresa o fuera de ella, por conducto de personal propio, instructores especialmente contratados, instituciones, escuelas u  organismos especializados, o bien mediante adhesión a los sistemas generales que se establezcan y que se registren en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. En caso de tal adhesión, quedará a cargo de los patrones cubrir las cuotas respectivas.

Como pueden leer, no hay pretextos para continuar con estilos de vida de improductividad y mediocridad, ¿No hay dinero para capacitar?, patrón, existen aulas virtuales, recursos informáticos gratuitos en el Internet. Trabajador, ¿No te pagan la capacitación? no hay problema, convenía con tu empleador que te facilite el tiempo para que tu asistas a la capacitación, no importa que la pagues de tu bolsa, ¡Es una inversión a mediano plazo!, como dice el refrán: ¡Más vale tener el conocimiento y no necesitarlo, que necesitar el conocimiento y no tenerlo!

Una cosa es cierta, si se conjugan los factores: voluntad, interés y sobre todo visión, el resultado de capacitar el personal será favorable si a la par se toman medidas para retener al trabajador con esquemas de remuneración y sentido de pertenencia hacia la empresa. Asimismo se deben aprovechar los conocimientos adquiridos por el trabajador y su aplicación en beneficio de la empresa.

Trabajadores capacitados, producen y son eficientes, el resultado: empresas exitosas.

El círculo debe ser virtuoso, no al revés.

¡Pensamiento estratégico y propositivo por favor!

Colofón futbolístico para el tema

Este tema de la capacitación y su trascendencia me recuerda aquel chiste que utilizamos para las reuniones tomando de bajada al buen Venancio:

Toda la región de Galicia está de plácemes, el Nou Camp abarrotado hasta la coronilla, las porras para el hijo predilecto de la patria, el buen Venancio se hacen sonar: ¡Venaaaaancio!, ¡Venaaaancio!.

No era para menos, Venancio presentaba su examen profesional e iba a ser cuestionado mediante una simple y sencilla pregunta para obtener el grado respectivo, el sinodal, un poco nervioso por la presión del público cuestiona al susodicho: ¿listo Venancio? ahí va tu pregunta, muy sencilla: ¿Cuanto es 2 + 2?, la respuesta fue tajante: 5, ¡Respuesta incorrecta Venancio!, el público asistente gritó al unisono:

¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él! ¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él!

Venancio, el pueblo te apoya, nuevamente, no tengas nervios, toma tu tiempo, ¿cuánto es 2+2?, ya Venancio un poco vacilante atinó a contestar: ¡6!, nuevamente el blaugrana estalló:

¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él! ¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él!

El sinodal interlocutor, brindó a Venancio la última oportunidad para responder y obtener, el grado, los cánones llaman a esto: la tercera es la vencida, ¡Venancio, piensa bien tu respuesta, es la última!, ¿cuánto es 2+2?, Venancio ya con el nervio flor de piel: contestó después de 5 minutos: ¡4!

El respetable estalló…

¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él! ¡Olé, olé, olé, otra (oportunidad) para él!

¡Plop!.