El amor propio, el primer gran amor que debemos tener.


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Fuente: Colegio de Contadores Públicos de Guadalajara

 (Boletín cultural)


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Esa clase de amor es el que te permitirá comportarte con integridad, el que no dejará aceptar que te subestimen, el que te mantenga de pie incluso en medio de las tormentas, el que te hará ir por más

Los seres humanos somos personas extrañas, porque nos pasamos gran parte de nuestro tiempo buscando que nos amen, pero somos mezquinos con nosotros mismos al momento de darnos amor. Vemos, y hasta magnificamos nuestros defectos, pero no así nuestras virtudes. Quizá por eso mismo somos incapaces de fomentarlas, porque ni siquiera creemos en ellas.

La ironía radica en que esperamos que sean otros quienes descubran el valor en nosotros, pero ¿cómo aspirar a algo que ni siquiera somos conscientes de que está allí? Si deseas que te amen por lo que eres, lo primero es que seas tú quien te trates, te veas, te proyectes con amor de ti para ti mismo. El amor propio debería ser el primer gran amor que debemos tener.

Esa clase de amor te permitirá comportarte con integridad, no dejará aceptar que te subestimen; ese amor será el que te mantenga de pie incluso en medio de las tormentas, el que te hará ir por más con la confianza de que puedes y lo mereces. El amor propio es el más grande y verdadero amor, porque a diferencia de todos los demás, ¡es tuyo!

¿De qué está hecho el amor propio? Te comparto algunos elementos que lo componen, y acaso ello te ayude a identificar aquellas cosas en las que puedes trabajar contigo mismo:

1. Respeto
Soy de la idea de que no se puede amar lo que no se respeta, de allí que para que podamos amarnos, debemos sentirnos orgullosos de quienes somos. La mejor manera es ser congruentes con nuestra persona y nos será fácil mirarnos y sentirnos dueños de nuestro cuerpo.

2. Reconocimiento de uno mismo
El reconocimiento nos da autoridad. Una persona con prestigio se moverá dueña de sí. Pero el reconocimiento no viene de la nada, hacen falta méritos para obtenerlo. Impulsa tus capacidades, haz las cosas bien y entonces verás un yo al que te sientas cómodo amando.

3. Aceptación
He aquí el verdadero reto al momento de amar lo que somos, y es que no siempre es tan fácil vernos con ojos de afecto. Nos han educado para que nos minimicemos, pues así no ofenderemos el ego de los demás y quizá sea cierto, pero ofenderemos nuestro propio ego, que es tan o más malo. No hay que hacer alarde, tampoco menospreciarnos.

4. Capacidad
Por supuesto que si todo lo que pensamos sobre nosotros está basado en una mera idea, estamos hablando de una burbuja que cuando se rompa nos llevará directo al piso, de donde será bastante complicado levantarse. Dicen que las aves se posan tan tranquilas en las ramas porque su confianza está en sus alas, y no en el árbol. Así mismo tu autoestima debe de estar basada en la seguridad de tus capacidades.

Que no lleguemos a amarnos no es, en la mayoría de las veces, culpa nuestra. Esto se debe a que, cuando estamos creciendo, la imagen que nos enseñan a ver es la de nuestros defectos más que de nuestras virtudes, de modo que asociamos nuestra persona a una lista de imperfecciones que nos niegan la posibilidad de vernos como una persona a la que amaríamos.

Luego de todo lo anterior, mi recomendación final es que valores esas partes de tu persona que consideres atributos, reconócete en tus virtudes y defectos como lo que son, parte de la naturaleza humana; toma decisiones y siéntete orgulloso de tus logros, cuídate en lo físico y lo emocional y, al final, verás que es imposible no amarte, o dicho de otro modo, el que te ames será un paso natural.